En esta dinámica, tres de mis compañeros de clase han realizado un ejercicio en el que una ha actuado como interlocutor, otro como oyente interesado y el tercero como oyente desinteresado. Inicialmente el interlocutor ha tratado de hacerse escuchar y entender por las dos personas con las que estaba hablando. Uno le ha correspondido con gestos de interés y cercanía física, mientras que la otra se ha limitado a mantenerse apartada y con la mirada fija en otro sitio. El resultado, aunque el interlocutor ha querido unir a la conversación al oyente desinteresado, es que se ha acabado centrando en el interlocutor interesado.
Esta actitud es del todo lógica, ya que reaccionamos a la empatía, la falta de interés y la asertividad, por lo que si en algún momento somos oyentes, debemos hacerle entender a nuestro interlocutor, que estamos interesado en lo que nos está contando.
En la enfermería, todo paciente que se sienta atendido correctamente y vea que hay interés, tendrá una predisposición natural a contarnos lo que le sucede y transmitirnos sus preocupaciones o dolencias, por lo que tendríamos ganado mucho camino a la hora de atenderle correctamente.
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